viernes, 30 de enero de 2009

EL CIRCO

La danza del fuego, decía yo de niño, era mi canción favorita. Lo decía porque me sentía transportado a un lugar desconocido arrastrado por las sensaciones que la audición me provocaba. Al día de hoy esa increíble magia no ha desaparecido y es que, tiene un título tan adecuado, que multiplica su fuerza por mil a la vez que logra cerrar el círculo dotando de significado a los sonidos. Después de estas vinieron otras, el “Top Ten” apareció pronto, mis diez temas favoritos son… Hoy día me sería imposible decirlo con tanta certeza, son tantas que no podría ordenarlas tan injustamente.
En cuanto a lo musical siempre digo, para los que me conocen esto ya es cansino supongo, que odio la década de los ochenta. Pero también a nivel personal fueron un infierno insufrible en todos los aspectos de mi vida, con el añadido de que ocupó la totalidad de mi infancia. La estridencia de la moda de la época, la música carnavalesca, las hombreras, el maquillaje aplicado con rodillo y las jeringuillas ensangrentadas que germinaban por los rincones del patio de mi colegio, destrozaron mi vida. Por aquella época, yo sentía que era la infeliz víctima de un complot social contra mí, aquello no podía ser real, por qué iba a tener que vivir yo en un circo. Recuerdo estar sentado en la “salita” ante nuestro televisor “Thomson” y viendo esto:

El mundo me daba miedo, como es lógico y comprensible.

www.carrasco.org.es

lunes, 26 de enero de 2009

ESCULTORES DEL SONIDO

Me he dado cuenta de que es muy temprano para decir aquello de "ya nada me sorprende". Es más, me atrevo a confirmar que dejaré de sorprenderme cuando me muera. No es nada nuevo, todo el mundo sabe que la capacidad de asombro es intrínseca al ser humano. Si embargo en los últimos tiempos venía yo arrastrando una peligrosa sensación de que ya estaba todo visto. Ahora no tengo esa impresión, se ha esfumado este fin de semana.
Por desgracia no estoy en mi mejor momento de salud así que mis amigos Diego y Andrés, acudieron a rescatarme del sopor en el que me encuentro inmerso en la cárcel en la que mi hogar se ha convertido. Entre risas y confidencias normales en cualquier relación de amistad, Andrés recordó que tenía que enseñarme algo. Un video colgado en internet, uno de tantos miles que existen en ese lugar que nadie sabe realmente dónde está. Otra vez no puedo más que agradecer a la vida estas maravillosas sorpresas que me ofrece y que llegan justo en esos momentos en que es necesario dejar de arrastrar nuestros cansados pies sobre ella.
Nunca dejaré de decir la increible suerte que tengo por el simple hecho de existir y de ser consciente de ello aquí, en el planeta en el que esculpimos el sonido: os dejo con esta maravilla.



(Alicia de Larrocha)

www.carrasco.org.es