viernes, 30 de enero de 2009

EL CIRCO

La danza del fuego, decía yo de niño, era mi canción favorita. Lo decía porque me sentía transportado a un lugar desconocido arrastrado por las sensaciones que la audición me provocaba. Al día de hoy esa increíble magia no ha desaparecido y es que, tiene un título tan adecuado, que multiplica su fuerza por mil a la vez que logra cerrar el círculo dotando de significado a los sonidos. Después de estas vinieron otras, el “Top Ten” apareció pronto, mis diez temas favoritos son… Hoy día me sería imposible decirlo con tanta certeza, son tantas que no podría ordenarlas tan injustamente.
En cuanto a lo musical siempre digo, para los que me conocen esto ya es cansino supongo, que odio la década de los ochenta. Pero también a nivel personal fueron un infierno insufrible en todos los aspectos de mi vida, con el añadido de que ocupó la totalidad de mi infancia. La estridencia de la moda de la época, la música carnavalesca, las hombreras, el maquillaje aplicado con rodillo y las jeringuillas ensangrentadas que germinaban por los rincones del patio de mi colegio, destrozaron mi vida. Por aquella época, yo sentía que era la infeliz víctima de un complot social contra mí, aquello no podía ser real, por qué iba a tener que vivir yo en un circo. Recuerdo estar sentado en la “salita” ante nuestro televisor “Thomson” y viendo esto:

El mundo me daba miedo, como es lógico y comprensible.

www.carrasco.org.es

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